Por: Willy Nava
La crisis institucional y la situación de falta de pagos en la que se encuentran los equipos Querétaro de Primera División y Delfines de Playa del Carmen en la liga de Ascenso, no es algo nuevo en futbol mexicano.
Tras el caso Oceanografía y el fraude millonario de la empresa poseedora de los derechos federativos de ambos equipos, cuyas cuentas se encuentran congeladas en Estados Unidos y embargadas por el gobierno de México, los jugadores no han visto llegar dinero desde el mes de febrero y los momentos de tensión comienzan a acrecentarse tras supuestos rumores de una posible desafiliación sumado con los pésimos resultados del cuadro queretano tras ligar 4 derrotas tanto en copa, como en la liga.
A pesar de lo tenso de la situación, hasta el momento, ningún jugador o equipo ha emprendido acciones en contra de su propio club, algo que habla muy bien tanto de su profesionalismo como del respeto por la afición que los ha apoyado. Lo que sí es un hecho es que aunque el asunto va más allá de lo deportivo y raya en escándalo nacional tras el mal uso de bienes de la nación por parte de la empresa, si la situación contractual entre dueños y jugadores no se endereza, pronto veremos camisetas volteadas, shorts al revés como hace no mucho sucedió por Colomos, con el Atlas.
Escenas memorables como la del Racing de Santander en España, tal parece, se podrían repetir en México de no ser que la Federación Mexicana de Futbol, haga su trabajo y evalúe de forma seria y precisa de dónde provienen los fondos de todo aquél inversionista que busque hacerse de los derechos de algún equipo, ya que en la última década, situaciones de dinero proveniente de actividades ilegales ha estado apareciendo en el futbol mexicano.
El capitán 