Los rayos de sol de aquel 5 de julio de 1962 eran testigos de que la guerra había terminado. Ese día, Francia asentaba la firma sobre los Acuerdos de Evian, documento con el que se reconocía la independencia de Argelia, colonia francesa desde 1830, y que veía concluida así su lucha de liberación.
Al término de la Segunda Guerra Mundial, la población de Argelia comenzó a vivir un proceso social en el que la gran mayoría deseaba obtener su independencia de Francia. Los soldados argelinos, que habían defendido el lábaro francés en combate, empezaron a considerar que era momento de hacer de Argelia un estado libre.
La Guerra de Argelia o Guerra de Liberación de Argelia, como se le conoció, tuvo lugar entre los años 1954 hasta 1962 que concluyó. Durante todo este periodo de intensa lucha, fue el Frente Nacional de Liberación de Argelia (FLN) quien, apoyado por personas locales y militares, se enfrentó al ejercito francés hasta derrotarlo.
El FLN, sin duda, fue el protagonista de la independencia argelina, pero como en otros muchos momentos históricos, el futbol tuvo su influencia dentro del movimiento. Y todo recayó en la presencia de un persona: Rachid Mekhloufi.
Con el título de liga y el de Europa en la mano, a finales de los años cincuenta, el equipo St. Etienne se había convertido en uno de los equipos más importantes de Francia y de ese continente. Las buenas actuaciones y los goles de su delantero, de origen argelino, Rachid Mekhloufi rápidamente llamaron la atención nacional y su convocatoria a la selección francesa no se hizo esperar hasta poder formar parte de la convocatoria para disputar el Mundial de Suecia 1958.
Just Fontaine y Raymond Kopa lideraban la convocatoria de Francia –con el propio Mekhloufi entre sus filas– para disputar el campeonato del Mundo y que, junto a Brasil, partían como amplios favoritos para levantar la copa.
Los conflictos políticos y movimiento de independencia, comenzaban en Argelia, donde la situación cada vez era más tensa. La mañana del 11 de abril de 1958, la concentración del equipo galo, despertó con una sorpresa, Mekhlouifi y Zitouni, nombrado el mejor defensa del campeonato francés, desaparecieron del lugar. Todos estos jugadores, entendían que debían aprovechar su fama para alertar sobre la situación de su país.
Mekhloufi, Zitouni no se marcharon solos; junto con ellos, Abderrahmane Boubekeur, Said Brahimi, Ben Abdelaziz y más 30 futbolistas de la liga francesa,con origen argelino, lo hicieron junto con ellos.
Dos días después, formaban el equipo del Frente Nacional de Liberación.
Francia se interpuso ante la FIFA, para que el equipo no fuera reconocido, pero sin importar ese reclamo, los 11 de la Independencia, recorrieron Europa, África y Asia jugando amistosos como apoyo al movimiento social y político de su país y rechazando a la sangrienta guerra. Con las grandes naciones en contra, el FLN logró partidos ante Libia, Marruecos, Hungría, China, Túnez, Yugoslavia, URSS, Bulgaria.
Eran una selección sin país.
Con 65 victorias, 13 empates y 13 derrotas la selección del FLN, poco a poco fue obteniendo repercusión y reconocimiento a nivel internación. “En todo el mundo nos veían como gente luchando por la justicia, por la independencia” respondía Mekhlouifi en entrevista años después.
En 1963, un año después de haberse firmado los acuerdos y dada por terminada la guerra, el equipo del FLN se convertiría en la Selección Nacional de Argelia.
Al haber formado la representación futbolística de su país, Mekhloufi volvió al profesionalismo con el Servette en la liga suiza, para a la siguiente temporada fichar de nueva cuenta con el St. Etienne. Y aunque al principio fue tachado como un autentico traidor y haber recibido abucheos e insultos de la tribuna, pronto se ganó el cariño del publico de su equipo con el que ganó 3 títulos de liga más para sus vitrinas.
“Me hubiera encantado jugar la Copa del Mundo, pero no era nada comparado con la Independencia de mi país” reconoció años después, Mekhloufi. Y aunque se le negó la oportunidad de jugarla en el campo, ocuparía el banquillo de la Selección de Argelia para llevarla por primera vez en la historia de ese país, a disputar una Copa del Mundo que sería el Mundial de España 1982.
Justo premio que el deporte del futbol le regaló a un hombre que decidió sacrificar su participación en la máxima justa deportiva, para contribuir con la independencia de su país.